El beso de la venganza

Cuando no quieres caldo, tres tazas. Al beso lésbico que tanto escandalizó a la sociedad brasileña, se sumó un beso bien más caliente, entre la otra pareja gay de Babilonia, que se despidió de nosotros el pasado viernes.


Entre los romances y coqueteos del final, Teresa Petrucelli y su compañera Estela (Fernanda Montenegro & Natalia Thimberg), vuelven a tener un momento de intimidad y cariño tras 141 capítulos de abstinencia… 


…y acto seguido, la cámara nos lleva donde Iván y su pareja, los cuales no se conforman con un beso de ‘piquito’ y se entregan a su sentimiento sin tapujos… 
Así Gilbero Braga y equipo se desquitaron de un público que se mostró conservador en exceso y que boicoteó en X medida una historia que parecía buena, pero que no pasó de una gran promesa.

La actitud se entiende. Incluso se aplaude. El mundo cambió. Y aunque la reacción sea fuerte – señal de que vivimos la gran ruptura – es preciso entender: esto no hay quien lo pare. Ni siquiera ‘Dios’ o los que en nombre de Él hablan. 

Aprender a vivir con la diferencia es parte de ese proceso de salvación planetaria que, caso contrario, a mediano o largo plazo, terminará aniquilado por el totalitarismo y la intolerancia (no por la no-reproducción de los homosexuales, como pregonan algunos grupos antagónicos).

Ejemplos de fundamentalismos religiosos y políticos [aún] sobran hoy en día. Al parecer el ser humano no sabe vivir en libertad…

Ahora ¿merecía la audiencia esta bofetada sin mano? Realmente no, porque aquí los únicos culpables que Babilonia fuera la novela menos vista del horario, la tuvieron ellos mismos.

Braga y cía. se mostraron sumamente rencorosos y ‘castigaron’ con una sobredosis de afecto homosexual a una audiencia que fue mucho más receptiva con el Carnerito y Félix en la poco sutil, pero más exitosa Amor à vida (para nosotros Rastros de mentira).

Por ende, si Babilonia hubiera sido como su debut y despedida, los números habrían sido mejores y la respuesta más halagüeña, incluso con besos lésbicos de por medio.

Uno de los crímenes de la villana...
Como de costumbre, el capítulo final fue un tanto atropellado, resolviendo en 50 y tantos minutos lo que en 140 horas no lograron.

En verdad, no había muchos cabos que atar. Pero había que mantener el interés hasta lo último, decidir qué hacer con Inés y Beatriz y revelar el misterio, tan emergente como innecesario, de quién mató a Murilo (Bruno Gagliaso).

También era preciso castigar la corrupción de Aderbal (Marcos Palmeira) y coronar de glorias los amores sufridos de los buenos que, como en toda buena telenovela, terminaron casados y esperando hijos (el caso de Alice-Evandro, Regina-Vinicius).

Optando por el culebrón más desfachatado, los autores ‘resucitan’ a Octavio (Herson Capri), muerto par de capítulos antes y lo responsabilizan del crimen de Murilo, con un motivo fútil. Tan fútil como la decisión de incluir un recurso tan gastado de la teledramaturgia brasileña.

Sin nada que perder – como con los besos – los guionistas olvidaron su propia promesa de no usarlo y decidieron – una vez más – burlarse de la audiencia… Sabemos que ya no lo aguantan, pero a no nos importa…

De los tres últimos ‘¿quién mató?’ del grupo, este fue el mejor, aunque con la solución más boba…    
Después de cinco meses la inoperante justicia brasileña, se pone los pantalones y sanciona en dos segundos a Inés (Adriana Esteves) por los crímenes que no cometió (¿?) y a Beatriz (Glória Pires) por los que sí.

Ambas terminan en una misma celda y tras la fuga articulada por Aderbal, sufren un accidente automovilístico que se queda en mera sugerencia…

La solución fue salomónica. Y la dirección le hizo justicia. Imposible reconciliar a Tom & Jerry, después tantos dimes-y-diretes. Esto no es Avenida Brasil.

Entonces, nada mejor que matarlas a las dos, en una secuencia estudiadísima y precisa, recalcando la ironía de la vida. Ironía que sólo Inés entiende, cuando le sonríe entre enigmática y cínica a una despavorida Beatriz antes de caer definitivamente en el abismo.

¿Enigma? ¿Cinismo? ¿O... amor? ¡Cuántos símbolos! ¿No?

Y para cerrar, el colofón romántico de Vicinius con Regina (Thiago Fragoso & Camila Pitanga), ya casados, bellos y más sublimes que nunca.

Babilonia nunca tuvo un plano tan perfecto. Nunca fue tan luminosa, como ahora, cuando tomados de las manos, en la misma playa donde se conocieron, los protagonistas repasan brevemente sus penurias y se juran amor eterno, diciendo palabras de intrascendente trascendencia.

Como vista hace fe y ninguna foto muestra el esplendor de la imagen aquí tienen la escena final


Ruptura total con el tono que, en vez de subrayar el goce del amor triunfante,  parece acentuar la falsedad de la victoria y la esperanza.

Porque la novela se habrá acabado, pero la vida no. Y en la vida, las Consuelos (magnífica Arlete Salles), devenida gobernadora tras la prisión de su hijo, son las que llevan la batuta y la voz cantante.

Ni siquiera en la CPI (Comisión de investigación), la evangélica homofóbica se amilana y aun investigada por desvío de recursos, mantiene la pose y, sobre todo, el espíritu, porque para ella, ella actúa bien. ‘Y tiene a Dios como testigo’.

Yes, we can!
Destaque especial para otro cierre bonito (y más auténtico): el de Rafael y Laís (Chay Suede &…), cuya relación fluyó entre el realismo fílmico y la emotividad novelera, dándole el toque sensible rosa pálido, bien al estilo de otras parejas juveniles del autor.

La línea del elevado de la Lapa es la mejor metáfora para su futuro… largo es el camino, bella la experiencia.

Rafael y Laís se juran amor eterno... (video)


Y como la costumbre nace de la reiteración, Denis Carvalho, pone el punto final con las fotos de su elenco, al cual le debe lo mejor de Babilonia: las actuaciones. Desde los coadyuvantes hasta las figuras, en que sin dudas merecen un aplauso extra Adriana Esteves y Glória Pires.

No importa lo que digan, Beatriz ha sido el mejor papel de la actriz en muchos años (incluyendo los dos últimos que le dio Braga). Y aunque no entre en la galería de grandes villanas, sí debería contar como una interpretación marcante.

Lo mismo vale para la Esteves que, difícilmente, se quite la sombra de Carminha, pero obtuvo con Inés un rol por encima de la media, yendo más allá de la simple perversidad y desvergüenza de su malvada previa.

De Arlete Salles ya hablamos en un trabajo previo (ver aquí). Restaría apenas destacar la competencia de Marcos Palmeira y de Bruno Gagliasso, reviviendo en parte su Iván de Paraíso tropical (2007), esta vez llevado al extremo, lo que dotó al personaje de matices y le posibilitó al actor mostrar su madurez interpretativa.

Ya grandes actrices como la Montenegro y la Thimberg, muestran su estatura artística, asumiendo sin ambages roles y escenas polémicas. Lamentablemente los papeles se desdibujaron ante las protestas y eso les restó contenido. Y con el contenido, brillo.  

Pregunta: ¿por qué si desde el 84 ó quizás antes los guionistas siempre cierran la secuencia final de fotos, esta vez no salieron? Ummm...

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